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PUBERTAD Y PREADOLESCENCIA

¡Qué satisfactorio y gratificante es ver a nuestros niños crecer! Pero el crecimiento físico es una cosa totalmente natural y el crecimiento personal humano es tarea que los padres tenemos que vigilar muy de cerca.

En ocasiones, damos por sentado que cuando nuestros niños ya adquirieron cierta autonomía en sus hábitos personales y labores escolares, ya se les puede dar mayor libertad. Primero la responsabilidad y luego la democracia. Sin embargo, es cuando más atención requieren, más acercamiento y guía. Especialmente, estoy refiriéndome a los niños de entre 11 y 15 años, sobre todo tomando en cuenta el tiempo actual, en donde las redes sociales dominan la “comunicación e información” que no siempre tiene propuestas sanas, pero que suelen ser de interés para los niños de esta edad y atrapa su curiosidad. 

Naturalmente comienzan a tener inquietudes de carácter sexual, y si los padres no están ahí bien atentos en su formación de principios y valores, pueden ser presa fácil de la pornografía infantil y otros riesgos mucho mayores. Hay que estar muy pendientes de sus inquietudes y darles la definición de intimidad, recato, decoro, RESPETO.  

Si bien es cierto que cada vez es más complicado el imponer autoridad en casa, no quiere decir que no sea posible. Seamos empáticos con nuestros hijos sin que esto signifique permitirles “salirse con la suya”. La firmeza en el hogar les dará herramientas de vida, una estructura muy firme para su futuro.

Nuestros niños nos necesitan, aunque no nos lo pidan. Nuestro trabajo de ser padres no termina por el hecho de que los vemos que se han desarrollado físicamente, que son muy altos, que cumplen regularmente con su trabajo escolar. La estabilidad emocional de nuestros niños depende de lo que hagamos en casa. Recordemos que aprendemos lo que vivimos, así que es sumamente importante el cuidar que empaten nuestras actitudes, principios y valores en casa, con nuestras aspiraciones para con nuestros hijos. 

Vamos a ayudarlos a crecer, igual que cuidaríamos un árbol. Si queremos que nuestro árbol crezca sano, fuerte, frondoso y además que nos de buenos frutos, debemos darle todos los cuidados necesarios de manera oportuna hasta que llegue a ser lo que esperamos. En la medida del esfuerzo, se dará el resultado. 

“Venid, vivamos con nuestros hijos” 

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